Del tiburón ballena, sólo había visto un par de fotografías que, ahora entiendo, no resultaron más que el mero preámbulo de una experiencia extraordinaria para todos los sentidos. Estaba ansioso y sentía la sal en los labios, agarrado de uno de los resbalosos tubos que sostenían el toldo de esa veloz embarcación. Finalmente llegamos al lugar y el primer encuentro fue simplemente grandioso, la inmensidad del mar, el temor a lo desconocido, la respiración irregular parecían atropellarse para dejarme atónito en aquel instante.
Veloz, veloz, veloz. Me encanta cruzar los mares a gran velocidad. Mientras salo y doy volteretas en el aire, pienso en algunos vecinos, en lo triste y aburrido que sus vidas deben ser siempre allá abajo, perdiéndose de tanto colores, olores, sensaciones y paisaje. Los de afuera quieren estar adentro y cuando lo logran quedan extasiados. Los de adentro sueñan con poder estar afuera aunque fuera un segundo. Suerte la mía que estando dentro puedo estar afuera y disfrutar de ambos mundos.
Y entonces la pantera salto al charco de agua, para darse su diario baño matinal, con lo que no contaba es que la tarde anterior había pasado por ahí un grupo de elefantes que también tenían ganas de bañarse, así que al sentir el agua en su pelaje, en vez de salir limpio y oloroso, salió toda lleno de manchas negras y algunas de color café, por lo que decidió ya jamás regresar a ese lugar y así ser un poco diferente y dar origen a la gran pantera negra.
Aún cuando sabía que no reparaban en él, hacía todo lo posible por trascender. Cuando todos los osos dormían durante el invierno, él disfrutaba el frío, la densidad de la nieve, se atrevía a acercarse hasta que un día alguien reparó en él. Ni perro, ni oso, inteligente, juguetón medio comadreja, fiel, asiduo: ¡el glotón existe! , ¿Será el eslabón perdido?
Cuando el gato miro la lluvia, supo que era el final de su vida de duque, supo que había errado en revelar su secreto. Ese gato era dueño de una historia y de una sombra, pero ya no más. Había cometido un asesinato, pobre gato, el se perdería en la lluvia, en el olvido de una ama que yacía muerta en el banco junto a la leche.
Gracias por la participación (en orden a) :
Mario, Alejandra, Lulú, Yurién y Karen.
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